Siempre nos ha llamado la atención cómo en situaciones cotidianas, anodinas, cuando queremos hablar de ellas, o simplemente ser retóricos, normalmente nos sale lo más imbécil de nosotros; y esto ocurre como individuos o como grupos. Quizás muchos pensarán en el tratado de mabitología de Aquiles Nazoa; pero no aspiramos a tanto; aunque el maestro identificó frases pavosas que deberían estar en nuestra lista. Sirvan de ejemplos, llamar a las prostitutas «mujeres de la vida»; despedir a los invitados con «vayan perdonando lo malo», o «el luto se lleva en el corazón».
Regresemos a lo nuestro y, entrando en materia, imagínense a dos esposas conversando en una mesa y sus maridos en otra; es seguro que una de ellas le dirá a la otra: «Mira pa’ allá, ¿qué estarán tramando esos muérganos?».