El Mundo / Sábado / Caracas , 14 de Julio de 2007
Cuando se escribe sobre el lenguaje que usan los jóvenes en sus mensajes enviados vía celular, o al chatear, los enfoques han venido del lado de los filólogos con análisis que van desde cómo el idioma evoluciona hasta concluir que es falta de educación gramatical en nuestros muchachos. No ha habido, o este columnista no lo ha leído, enfoques a la luz de la teoría de la información para demostrar que lo que hacen los usuarios de los móviles es completamente válido. El creador de esta materia, C.E. Shannon, antes de la primera mitad del siglo XX, expuso los postulados que son el fundamento de la revolución digital que recorre el mundo desde hace varios años. A pesar de la sencillez de la exposición, Shannon no pudo dejar de usar abstrusos conceptos de la termodinámica como entropía; pero hagamos un resumen de la teoría sin muchos aspavientos. Cuando el canal de comunicación que hay entre un emisor y un receptor distorsiona o mutila el mensaje por el ruido que introduce o por las imperfecciones que lo caracterizan, siempre será posible transmitir sin errores si se logra el apropiado esquema de codificación. En palabras llanas, el mensaje debe ser manipulado para encarar cualquier defecto del medio de transmisión: ruido, limitación de espacio, de tiempo, etc. Ahora pasemos a lo que han hecho nuestros hijos, que espontáneos, y sin ninguna escuela, logran lo que en el árido mundo de la teoría de la información se vería como obvio. Veamos algunos ejemplos de las oraciones construidas por ellos: Noc tio como dic ud; es claro que quiso decir No sé, tío, cómo dice usted; otra: Q l scribo, qué le escribo. Bun viag chama, m rpikas al ygar; buen viaje, chama, me repicas al llegar. Los jóvenes explican su gramática: Como sta? S Diana la amiga d Zurina. Eya m dijo lo dl artqlo. Buno para mpzar l pue2 dcir que uno sustituy palabras. Ejmpl la ltra e no c colok, s como scribir star. M ntndio to2 lo q l scribi. Las limitaciones del canal son número de caracteres limitado y velocidad en la respuesta. No es lógico que los tildemos de que están en una nueva era, ellos están adecuando el mensaje al medio de transmisión. Y esto siempre ha sido así; es como cuando se habla por radio (walkie-talkie) que en vez de no o sí, dicen negativo, positivo; o cuando, por teléfono recurrimos a Barcelona para decir la letra be, o a Orlando para la O; con estas redundancias estamos solventando lo parecido o ininteligibles que se vuelven ciertas letras por máculas del canal de comunicación. Es el mismo fenómeno del margariteño que alarga las palabras para evitar que la brisa marina se las apague. Un hecho interesante en estos mensajes texto es que la E, la más usada tanto en español como en inglés, casi no se usa; en el alfabeto Morse esa letra es apenas representada por un punto. Un dato curioso, la T es una raya por ser la segunda letra más común en inglés; si el alfabeto telegráfico hubiese sido creado para manejar el español, esa raya le hubiera tocado a la A. El objetivo es que la representación de los elementos del mensaje se aproxime a la información que poseen. Spro q ayan ntndi2 la pdant part final.
Marcial Fonseca
sábado, 14 de julio de 2007
sábado, 16 de junio de 2007
Amor cibernético
El Mundo / Sábado / Caracas , 16 de Junio de 2007
«Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran» Se habían visto sin detallarse mucho; para ella, era un simple y lejano conocido; pero para él, esa mujer era la perfección hecha realidad. El rostro irradiaba sensualidad, zanganería y belleza; el cuerpo, empezando por arriba, imponía unas bellas turgencias, seguía un hermoso valle y la sonrisa vertical era una abultada colina flanqueada por dos esbeltas columnas. No hallaba cómo entrarle y decidió valerse de esa maravilla que la tecnología moderna ha puesto a nuestra disposición para unirnos tanto de cerca como de lejos: internet. Con mañas consiguió su correo y empezó un cruce de mensajes anónimos; al principio exploratorios e inocuos, los primeros chistes fueron insípidos, luego subieron de tono; él se identificaba como "tu viejito", ella como "la tía maravilla"; pero él la llamaba mi cucona. Nunca se dijeron dónde vivían. Pasaron a hacerse confesiones de cómo los había tratado la vida, de amores anteriores, que a él lo ponían celoso, y así fue naciendo una relación. Las preguntas iniciales de si lo de ellos sería solamente virtual los llevó a cómo se satisfarían si pudieran encontrarse. Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran, al menos de palabras, y que a él le salían del corazón. Sí, era la mujer de su vida. Los correos electrónicos también se volvieron atrevidos; ya ella enviaba fotos, vestida y ocultando el rostro primero, luego en ropa interior y siempre del cuello hacia abajo; él se limitaba a solazarse; y ella se excitaba con los comentarios telefónicos que, como decía, la ponían maluca; sobre todo cuando él le describía cómo la masajearía del cuello a sus nalgas; cómo le levantaría el trasero para observarla desde atrás. La pasión se fue acrecentando y los deseos se hicieron inaguantables. Tenían que pasar a los hechos, él insinuó un encuentro, mas ella creyó que eso sería imposible; se lo imaginaba lejos, muy lejos, internet era espacio, distancia, separación, globalidad; pero cuál no sería su sorpresa cuando se enteró de que vivían en el mismo país y en la misma ciudad; él logró convencerla y acordaron una cita en un centro comercial. El hombre le pidió que se vistiera de azul para la ocasión, sabía que tanto cielo lo merecía; él le describió su vestimenta, pantalones beige, camisa de rayas azules, zapatos negros. Llegó el momento y él asistió al sitio acordado antes de la hora, se ocultó en una esquina del restaurante, la vio llegar; estaba hermosa, realmente era una hembra; pero algo en ella no encajaba. Luego de que la mujer de su sueño se ubicara en una mesa, se le acercó; estaba emocionado, tantas palabras cibernéticas se convertirían en realidad. La saludó con garbo, se sentó; ella se extrañó, quiso decirle que esperaba a alguien; pero se percató de cómo andaba vestido él. La mujer se vio su ropa con pena, no era azul, era un gris triste para que no la reconocieran; el hombre comprendió que aquello no iba a funcionar, se levantó, y se marchó. Ella no hizo ningún intento por retenerlo, no veía en él el tipo que se había imaginado.
Marcial Fonseca
«Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran» Se habían visto sin detallarse mucho; para ella, era un simple y lejano conocido; pero para él, esa mujer era la perfección hecha realidad. El rostro irradiaba sensualidad, zanganería y belleza; el cuerpo, empezando por arriba, imponía unas bellas turgencias, seguía un hermoso valle y la sonrisa vertical era una abultada colina flanqueada por dos esbeltas columnas. No hallaba cómo entrarle y decidió valerse de esa maravilla que la tecnología moderna ha puesto a nuestra disposición para unirnos tanto de cerca como de lejos: internet. Con mañas consiguió su correo y empezó un cruce de mensajes anónimos; al principio exploratorios e inocuos, los primeros chistes fueron insípidos, luego subieron de tono; él se identificaba como "tu viejito", ella como "la tía maravilla"; pero él la llamaba mi cucona. Nunca se dijeron dónde vivían. Pasaron a hacerse confesiones de cómo los había tratado la vida, de amores anteriores, que a él lo ponían celoso, y así fue naciendo una relación. Las preguntas iniciales de si lo de ellos sería solamente virtual los llevó a cómo se satisfarían si pudieran encontrarse. Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran, al menos de palabras, y que a él le salían del corazón. Sí, era la mujer de su vida. Los correos electrónicos también se volvieron atrevidos; ya ella enviaba fotos, vestida y ocultando el rostro primero, luego en ropa interior y siempre del cuello hacia abajo; él se limitaba a solazarse; y ella se excitaba con los comentarios telefónicos que, como decía, la ponían maluca; sobre todo cuando él le describía cómo la masajearía del cuello a sus nalgas; cómo le levantaría el trasero para observarla desde atrás. La pasión se fue acrecentando y los deseos se hicieron inaguantables. Tenían que pasar a los hechos, él insinuó un encuentro, mas ella creyó que eso sería imposible; se lo imaginaba lejos, muy lejos, internet era espacio, distancia, separación, globalidad; pero cuál no sería su sorpresa cuando se enteró de que vivían en el mismo país y en la misma ciudad; él logró convencerla y acordaron una cita en un centro comercial. El hombre le pidió que se vistiera de azul para la ocasión, sabía que tanto cielo lo merecía; él le describió su vestimenta, pantalones beige, camisa de rayas azules, zapatos negros. Llegó el momento y él asistió al sitio acordado antes de la hora, se ocultó en una esquina del restaurante, la vio llegar; estaba hermosa, realmente era una hembra; pero algo en ella no encajaba. Luego de que la mujer de su sueño se ubicara en una mesa, se le acercó; estaba emocionado, tantas palabras cibernéticas se convertirían en realidad. La saludó con garbo, se sentó; ella se extrañó, quiso decirle que esperaba a alguien; pero se percató de cómo andaba vestido él. La mujer se vio su ropa con pena, no era azul, era un gris triste para que no la reconocieran; el hombre comprendió que aquello no iba a funcionar, se levantó, y se marchó. Ella no hizo ningún intento por retenerlo, no veía en él el tipo que se había imaginado.
Marcial Fonseca
martes, 3 de abril de 2007
Anécdotas gramaticales
El Mundo - Caracas, 3 de Abril de 2007
Como estamos en el mes dedicado al lenguaje, recordaremos algunas anécdotas que tienen en común referirse a algún aspecto del idioma. Quizás muchas veces ellas son simples muestras de buen humor y para darles visos de realidad, las atribuyen a personajes famosos. Empecemos con aquella del gran filólogo Angel Rosenblat. Un alumno explicó que un compañero de clase estaba ausente porque tenía complicaciones con su diábetes; el profesor le contestó, esa es una enfermedad muy grave, pero nunca esdrújula. Sigamos en el ambiente escolar. La maestra les pidió a los niños que honraran a sus progenitoras con un relato libre, pero condicionado a terminar con la frase ¡madre hay una sola! El primer alumno contó que un perro lo atacó, pero su madre puso el brazo para que no lo mordiera a él etc. etc. y concluyó, ¡madre hay una sola! Le tocó a Jaimito; narró que estaba viendo televisión y dijo ma, quieres una malta, sí, hijo, contestó ella. Se va a la nevera, la abre, se voltea y grita, te fregaste, madre, hay una sola. Vayámonos al siglo XIX, donde el polémico periodista JV González mantenía sus famosas diatribas contra un presidente de aquel entonces. Los ataques eran realmente virulentos. Una vez caminaba el mandatario por la calle, con poca escolta, muy normal en esa época y se consigue frente a frente con su enemigo político. El Presidente dice, yo no le doy paso a estúpidos, el otro, apartándose, le contesta, yo sí, yo sí. Lo anterior nos lleva a un presidente postgomecista que paseaba con su esposa, manejando él, y en una calle del Country Club un borracho se le atraviesa, luego de frenar el presidente para no atropellarlo, el hombre se acerca a la ventanilla, en actitud mendicante y el Primer Magistrado le dice, sepa usted que a mí en la calle no se me para. La esposa murmuró, y en la casa tampoco. Hay dos preferidas del autor. La primera con más de quinientos años y el meollo de ella se sigue repitiendo hoy día, principalmente por periodistas y locutores afectados. Veamos. En el concilio de Trento, los obispos alemanes se burlaban de los españoles porque ya estos, en su latín, no establecían diferencia entre la V y la B, por ello comentaban los germanos: Beati Hispanici quibus vivere bibere est (Felices los españoles para los cuales vivir es beber); los hispanos contestaban, ante la dificultad de sus críticos de no poder diferencia la f de la b, Beati Germani quibus Deus verus, Deus ferus est (Felices los alemanes para los cuales el Dios verdadero es un Dios feroz). Así que es pedantería extrema pronunciar diferente la B de la V. Vayamos a la última. Andrés Bello, como a todo venezolano, le gustaba corretear a las muchachas de servicio. Ya establecido en Chile, su esposa inglesa lo sorprendió manoseando a la mucama y le dijo en su español enrevesado, Andrrrésss, esstoy sorrprrendida… No, no, contestó el gran filólogo, yo soy el sorprendido, tú estás estupefacta.
Marcial Fonseca
Como estamos en el mes dedicado al lenguaje, recordaremos algunas anécdotas que tienen en común referirse a algún aspecto del idioma. Quizás muchas veces ellas son simples muestras de buen humor y para darles visos de realidad, las atribuyen a personajes famosos. Empecemos con aquella del gran filólogo Angel Rosenblat. Un alumno explicó que un compañero de clase estaba ausente porque tenía complicaciones con su diábetes; el profesor le contestó, esa es una enfermedad muy grave, pero nunca esdrújula. Sigamos en el ambiente escolar. La maestra les pidió a los niños que honraran a sus progenitoras con un relato libre, pero condicionado a terminar con la frase ¡madre hay una sola! El primer alumno contó que un perro lo atacó, pero su madre puso el brazo para que no lo mordiera a él etc. etc. y concluyó, ¡madre hay una sola! Le tocó a Jaimito; narró que estaba viendo televisión y dijo ma, quieres una malta, sí, hijo, contestó ella. Se va a la nevera, la abre, se voltea y grita, te fregaste, madre, hay una sola. Vayámonos al siglo XIX, donde el polémico periodista JV González mantenía sus famosas diatribas contra un presidente de aquel entonces. Los ataques eran realmente virulentos. Una vez caminaba el mandatario por la calle, con poca escolta, muy normal en esa época y se consigue frente a frente con su enemigo político. El Presidente dice, yo no le doy paso a estúpidos, el otro, apartándose, le contesta, yo sí, yo sí. Lo anterior nos lleva a un presidente postgomecista que paseaba con su esposa, manejando él, y en una calle del Country Club un borracho se le atraviesa, luego de frenar el presidente para no atropellarlo, el hombre se acerca a la ventanilla, en actitud mendicante y el Primer Magistrado le dice, sepa usted que a mí en la calle no se me para. La esposa murmuró, y en la casa tampoco. Hay dos preferidas del autor. La primera con más de quinientos años y el meollo de ella se sigue repitiendo hoy día, principalmente por periodistas y locutores afectados. Veamos. En el concilio de Trento, los obispos alemanes se burlaban de los españoles porque ya estos, en su latín, no establecían diferencia entre la V y la B, por ello comentaban los germanos: Beati Hispanici quibus vivere bibere est (Felices los españoles para los cuales vivir es beber); los hispanos contestaban, ante la dificultad de sus críticos de no poder diferencia la f de la b, Beati Germani quibus Deus verus, Deus ferus est (Felices los alemanes para los cuales el Dios verdadero es un Dios feroz). Así que es pedantería extrema pronunciar diferente la B de la V. Vayamos a la última. Andrés Bello, como a todo venezolano, le gustaba corretear a las muchachas de servicio. Ya establecido en Chile, su esposa inglesa lo sorprendió manoseando a la mucama y le dijo en su español enrevesado, Andrrrésss, esstoy sorrprrendida… No, no, contestó el gran filólogo, yo soy el sorprendido, tú estás estupefacta.
Marcial Fonseca
martes, 16 de enero de 2007
Las intermitencias de la muerte
El Mundo - 16/01/2007
"Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divi no, lo terrible, lo incomprensible es saberse inmortal" JLB « Jorge Luis Borges, en su cuento Los inmortales, nos recreó con el fastidio de no morir, tan fastidioso e inhumano que se pierde el lenguaje, no existe la piedad y la tolerancia no tiene límites » Cuando un Premio Nobel publica un buen texto y de paso de largo aliento, la reacción es de sorpresa porque esos monstruos de la literatura, luego de galardonados, suelen caer en un valle improductivo o si producen algo, la calidad no es la esperada. Con nuestro José Saramago, Nobel de la bella lengua portuguesa, ocurre todo lo contrario; desde el 98 sostenidamente publica una excelente novela casi cada dos años. En su última obra, título de esta crónica, nos solazamos con la maestría y original forma de los diálogos, con la densidad de la trama y con la siempre omnisciencia del autor; aunque debemos confesar que añoramos aquellas frases, dichas al desgaire, que rielaban el texto; veamos este destello, "Se llevó dos puercos, uno a cada lado de la mula, también sin cabeza, el puerco, claro, que la mula precisaba la cabeza para ver por dónde iba poniendo los pies", que aparece por allá, en Levantado del suelo. Este cronista se acercó al libro con la curiosidad de ver cómo enfocaría la inmortalidad, o el simple hecho de no fallecer, sobre todo porque Jorge Luis Borges, en su cuento Los inmortales, nos recreó conelfastidiodenomorir,tan fastidioso e inhumano que se pierde el lenguaje, no existe la piedad y la tolerancia no tiene límites. El argentino consigue un pueblo de inmortales que le hace ver tales estragos; mientras que Saramago entra en su historia en el momento en quelamuertedejadecumplir su función en un determinado país; por ello el escritor se centró en qué hacer con aquellos comatosos que se quedan dolorosamente en ese estado; el enmallado de la novela no le permitió elaborar sesudas disquisiciones filosóficas ni ahondar en lo baladí que sería la vida si fuéramos inmortales. Con la idea central de la obra, nos vino a la mente el relato de Borges; pero una vez leída, Saramago también nos llevó a Oscar Wilde al ofrecernos un final feliz similar al del cuento El fantasma de Canterville.En Las intermitencias de la muerte,luego que ella decide reasumir sus funciones, introduce la angustiante novedad de enviarles a los futuros muertos, una carta de preaviso donde les anuncia que tienen siete días para arreglar sus cosas antes de fenecer. De todas las misivas despachadas, empero, hay una que por arte de birlibirloque se regresa, y se comete el sacrilegio de que alguien seleccionado por la parca, no muera. Ante este desafío, la muerte toma muy a pecho qué hacer, tan a pecho que se convierte en un bello súcubo y decide matar a la víctima con sus propias manos; pero antes de cumplir la misión, y como toda mujer detrás de una presa, se acuesta con ésta; e igual que Virginia en el relato del irlandés, que comprende "lo que es la vida y lo que significa la muerte y por qué el amor es más fuerte que ambas", ella, la protagonista de Saramago, una vez satisfechas varias veces como hembra, decide intermitir nuevamente sus labores, "y al día siguiente no murió nadie" por amor. ¿Sería hilar muy fino decir que José Saramago homenajea a JLB y OW en su Las intermitencias de la muerte?
Marcial Fonseca
"Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divi no, lo terrible, lo incomprensible es saberse inmortal" JLB « Jorge Luis Borges, en su cuento Los inmortales, nos recreó con el fastidio de no morir, tan fastidioso e inhumano que se pierde el lenguaje, no existe la piedad y la tolerancia no tiene límites » Cuando un Premio Nobel publica un buen texto y de paso de largo aliento, la reacción es de sorpresa porque esos monstruos de la literatura, luego de galardonados, suelen caer en un valle improductivo o si producen algo, la calidad no es la esperada. Con nuestro José Saramago, Nobel de la bella lengua portuguesa, ocurre todo lo contrario; desde el 98 sostenidamente publica una excelente novela casi cada dos años. En su última obra, título de esta crónica, nos solazamos con la maestría y original forma de los diálogos, con la densidad de la trama y con la siempre omnisciencia del autor; aunque debemos confesar que añoramos aquellas frases, dichas al desgaire, que rielaban el texto; veamos este destello, "Se llevó dos puercos, uno a cada lado de la mula, también sin cabeza, el puerco, claro, que la mula precisaba la cabeza para ver por dónde iba poniendo los pies", que aparece por allá, en Levantado del suelo. Este cronista se acercó al libro con la curiosidad de ver cómo enfocaría la inmortalidad, o el simple hecho de no fallecer, sobre todo porque Jorge Luis Borges, en su cuento Los inmortales, nos recreó conelfastidiodenomorir,tan fastidioso e inhumano que se pierde el lenguaje, no existe la piedad y la tolerancia no tiene límites. El argentino consigue un pueblo de inmortales que le hace ver tales estragos; mientras que Saramago entra en su historia en el momento en quelamuertedejadecumplir su función en un determinado país; por ello el escritor se centró en qué hacer con aquellos comatosos que se quedan dolorosamente en ese estado; el enmallado de la novela no le permitió elaborar sesudas disquisiciones filosóficas ni ahondar en lo baladí que sería la vida si fuéramos inmortales. Con la idea central de la obra, nos vino a la mente el relato de Borges; pero una vez leída, Saramago también nos llevó a Oscar Wilde al ofrecernos un final feliz similar al del cuento El fantasma de Canterville.En Las intermitencias de la muerte,luego que ella decide reasumir sus funciones, introduce la angustiante novedad de enviarles a los futuros muertos, una carta de preaviso donde les anuncia que tienen siete días para arreglar sus cosas antes de fenecer. De todas las misivas despachadas, empero, hay una que por arte de birlibirloque se regresa, y se comete el sacrilegio de que alguien seleccionado por la parca, no muera. Ante este desafío, la muerte toma muy a pecho qué hacer, tan a pecho que se convierte en un bello súcubo y decide matar a la víctima con sus propias manos; pero antes de cumplir la misión, y como toda mujer detrás de una presa, se acuesta con ésta; e igual que Virginia en el relato del irlandés, que comprende "lo que es la vida y lo que significa la muerte y por qué el amor es más fuerte que ambas", ella, la protagonista de Saramago, una vez satisfechas varias veces como hembra, decide intermitir nuevamente sus labores, "y al día siguiente no murió nadie" por amor. ¿Sería hilar muy fino decir que José Saramago homenajea a JLB y OW en su Las intermitencias de la muerte?
Marcial Fonseca
sábado, 18 de marzo de 2006
Mensajes del compadre
El Mundo - 18/03/2006
Era muy quisquilloso en su relación con los muertos; además de respetarlos, esperaba de ellos que le hicieran ganar en las loterías cuando cumplían años de fallecidos o de edad. La muerte del compadre le planteaba una situación incómoda; así que decidió consultar con la viuda. Después de la primera noche, luego que todos los visitantes se habían ido, habló con ella. Sí, contestó la comadre, puede cobrar el cheque, ese es un dinero que mi marido le prestó y no veo ningún inconveniente en que lo haga efectivo, así esté muerto. Él se sintió aliviado. Mientras la cajera hacía las verificaciones de rigor, él se fijó que las tres últimas cifras del cheque, 231, coincidían con la fecha del entierro del compadre, veintitrés de enero. Con el dinero en la mano, se fue a una agencia de lotería. Se alegró cuando vio que habían salido los números 132, 213, 123; era claro que el finado le estaba enviando mensajes del más allá y como creyente que era, había que sacarle provecho. El día de la última noche le comunicó a la viuda que el compadre quería decirles algo para que ganaran en las loterías y que había que estar pendiente. Ella no sabía qué hacer y él le prometió que la ayudaría. Para probar su teoría, hoy tendría que salir el 09 por ser el fin del novenario; la señora le dio 20.000 bolívares para que se los jugara. Bien temprano en la mañana chequeó los números y su sorpresa fue que la lotería local había botado el 019; 109 y el 091; sólo acertó el segundo triple, fue a visitar a su comadre. Fíjese, le dijo, esto es el compadre; pero no sé de dónde salió ese 1; ella comentó que quizás se debía a que ese era el primer novenario porque su suegra le está haciendo otro en Duaca. Ahora entiendo, mire, debemos tomar esto en serio; nomás dígame cuando sueñe con él; ahí nos afincaremos pero tiene que recordar bien lo soñado; No se preocupe, lo haré. Pasaron los días; cuando finalizó lo de Duaca, salieron 029; 092; 299 y el 018. El compadre logró que la viuda se ganaran más de medio millón. Luego de tres meses, ella soñó con su esposo. Cuénteme nomás, comadre; Yo estaba secándome el pelo; mi esposo entró en la habitación y luego se sentó en el borde de la cama; no estaba muerto porque hablamos de cosas del pasado, del matrimonio de nuestro hijo, etc., Pareciera que es el 48. Quiso saber si se le veían los pies. No, por qué; Bueno, muerto que habla 48; pero si se les ven los pies, 50, No, no se los vi. Comadre, a jugar y luego a cobrar. Ella le dio lo que se había ganado la vez anterior. Apostó toda las corridas del 48 con sus permutas. El compadre se fue a visitarla y a esperar los resultados por radio. Quedaron pasmados cuando su lotería anunció 604 y 460. Ella no creía y él tampoco. Mire, cuénteme otra vez el sueño, hay algo que no entiendo, el compadre ha estado enviando señales muy claras; Ya le dije, yo estaba… cuando él entró en el cuarto y se sentó en el…; Espere comadre, espere, claro, ahí está, fíjese, entró en el cuarto, me confundí cuando usted dijo la otra vez habitación, ese es el 4, luego se sentó, se sentó, sesentó es el masculino cabalístico de 60; disculpe comadre, fui yo que no supo interpretar el sueño.
Marcial Fonseca
Era muy quisquilloso en su relación con los muertos; además de respetarlos, esperaba de ellos que le hicieran ganar en las loterías cuando cumplían años de fallecidos o de edad. La muerte del compadre le planteaba una situación incómoda; así que decidió consultar con la viuda. Después de la primera noche, luego que todos los visitantes se habían ido, habló con ella. Sí, contestó la comadre, puede cobrar el cheque, ese es un dinero que mi marido le prestó y no veo ningún inconveniente en que lo haga efectivo, así esté muerto. Él se sintió aliviado. Mientras la cajera hacía las verificaciones de rigor, él se fijó que las tres últimas cifras del cheque, 231, coincidían con la fecha del entierro del compadre, veintitrés de enero. Con el dinero en la mano, se fue a una agencia de lotería. Se alegró cuando vio que habían salido los números 132, 213, 123; era claro que el finado le estaba enviando mensajes del más allá y como creyente que era, había que sacarle provecho. El día de la última noche le comunicó a la viuda que el compadre quería decirles algo para que ganaran en las loterías y que había que estar pendiente. Ella no sabía qué hacer y él le prometió que la ayudaría. Para probar su teoría, hoy tendría que salir el 09 por ser el fin del novenario; la señora le dio 20.000 bolívares para que se los jugara. Bien temprano en la mañana chequeó los números y su sorpresa fue que la lotería local había botado el 019; 109 y el 091; sólo acertó el segundo triple, fue a visitar a su comadre. Fíjese, le dijo, esto es el compadre; pero no sé de dónde salió ese 1; ella comentó que quizás se debía a que ese era el primer novenario porque su suegra le está haciendo otro en Duaca. Ahora entiendo, mire, debemos tomar esto en serio; nomás dígame cuando sueñe con él; ahí nos afincaremos pero tiene que recordar bien lo soñado; No se preocupe, lo haré. Pasaron los días; cuando finalizó lo de Duaca, salieron 029; 092; 299 y el 018. El compadre logró que la viuda se ganaran más de medio millón. Luego de tres meses, ella soñó con su esposo. Cuénteme nomás, comadre; Yo estaba secándome el pelo; mi esposo entró en la habitación y luego se sentó en el borde de la cama; no estaba muerto porque hablamos de cosas del pasado, del matrimonio de nuestro hijo, etc., Pareciera que es el 48. Quiso saber si se le veían los pies. No, por qué; Bueno, muerto que habla 48; pero si se les ven los pies, 50, No, no se los vi. Comadre, a jugar y luego a cobrar. Ella le dio lo que se había ganado la vez anterior. Apostó toda las corridas del 48 con sus permutas. El compadre se fue a visitarla y a esperar los resultados por radio. Quedaron pasmados cuando su lotería anunció 604 y 460. Ella no creía y él tampoco. Mire, cuénteme otra vez el sueño, hay algo que no entiendo, el compadre ha estado enviando señales muy claras; Ya le dije, yo estaba… cuando él entró en el cuarto y se sentó en el…; Espere comadre, espere, claro, ahí está, fíjese, entró en el cuarto, me confundí cuando usted dijo la otra vez habitación, ese es el 4, luego se sentó, se sentó, sesentó es el masculino cabalístico de 60; disculpe comadre, fui yo que no supo interpretar el sueño.
Marcial Fonseca
sábado, 4 de marzo de 2006
El inexorable destino
El Mundo - 04/03/2006
Como toda chica moderna, se despertaba con la agenda de su celular, e igual que todos los días de clase, el bip bip se activó a las seis de la mañana. Y como joven enamorada, luego de desactivar la alarma, le envió un mensaje de buenos días y de te amo a su novio. Después de leer la respuesta de su amado, se levantó para enfrentar el día sin saber que éste no sería como cualquier otro porque el destino maquinaba algo contra ella. Se fue al baño, hizo sus abluciones matinales y ya las trampas que la estaban esperando en la calle se empezaron a armar. Del estuche de los cosméticos buscó los colores alegres que siempre se aplicaba y allá afuera, su destino había dispuesto el carro accidentado con el que chocaría en la primera curva, si tomaba ese camino. Y era que por lo destartalado de su automóvil, no tenía muchas opciones de enrutamiento hacia la universidad. Salió de su cuarto, y se fue al comedor donde el desayuno estaba servido. Mientras comía; en la segunda posible ruta, de las tres que usaba, ya había una mancha de aceite que la haría perder el control y caer por un precipicio. El destino urdía bien sus cosas; ella seguía tranquila, su energía interior no le advertía de ningún peligro. Le dijo a su madre que hoy vendría temprano, y en verdad que así sería, pero regresaría muerta. El padre se incorporó al desayuno; y la tercera y última trampa estaba tendida; su viejo fíat perdería los frenos en la leve subida de la tercera ruta, pero mucha pendiente para un viejo carro, y chocaría contra un camión del aseo que estaría mal estacionando. Y no eran necesarios más señuelos. Había una cuarta ruta en sentido contrario a las otras tres, que era por donde vivía el novio, pero que ella nunca tomaba por lo pronunciado del camino; era más corta, pero su cacharrito nunca subiría. Se despedía de sus progenitores, en sentido literal, cuando repicó el cantv, era su novio; le dijo a ella que a partir de hoy el viejo y cuidado mustang amarillo y descapotable de su padre sería suyo y que la pasaría recogiendo para después de las clases celebrar en un motel. En minutos llegó, saludó a los suegro, y partieron por la misma ruta porque este carro sí podía subir las cuestas sin problemas. Iban muy contentos; en el único semáforo de la vía se pararon a pesar de que por la hora no había más vehículos. A su lado se detuvo una moto. De repente el acompañante del motorizado sacó una pistola y le pidió que saliera del carro y que lo dejara prendido; el novio no reaccionaba, la muchacha simplemente gritó ¡No se lo pueden llevar! El disparo salió sin advertencias, los de la moto huyeron; el joven trató de hacer algo por su novia, pero ya era tarde. ¡Coño!, por qué lo hiciste, por qué lo hiciste, preguntó el malandro que conducía la moto; No sé, fue la repuesta asustada del compinche, teníamos un asunto entre hombres, y cuando ella habló me pareció que estaba fuera de lugar, que no debía estar ahí; además, concluyó, tú sabes que estas fucas son muy celosas.
Marcial Fonseca
Como toda chica moderna, se despertaba con la agenda de su celular, e igual que todos los días de clase, el bip bip se activó a las seis de la mañana. Y como joven enamorada, luego de desactivar la alarma, le envió un mensaje de buenos días y de te amo a su novio. Después de leer la respuesta de su amado, se levantó para enfrentar el día sin saber que éste no sería como cualquier otro porque el destino maquinaba algo contra ella. Se fue al baño, hizo sus abluciones matinales y ya las trampas que la estaban esperando en la calle se empezaron a armar. Del estuche de los cosméticos buscó los colores alegres que siempre se aplicaba y allá afuera, su destino había dispuesto el carro accidentado con el que chocaría en la primera curva, si tomaba ese camino. Y era que por lo destartalado de su automóvil, no tenía muchas opciones de enrutamiento hacia la universidad. Salió de su cuarto, y se fue al comedor donde el desayuno estaba servido. Mientras comía; en la segunda posible ruta, de las tres que usaba, ya había una mancha de aceite que la haría perder el control y caer por un precipicio. El destino urdía bien sus cosas; ella seguía tranquila, su energía interior no le advertía de ningún peligro. Le dijo a su madre que hoy vendría temprano, y en verdad que así sería, pero regresaría muerta. El padre se incorporó al desayuno; y la tercera y última trampa estaba tendida; su viejo fíat perdería los frenos en la leve subida de la tercera ruta, pero mucha pendiente para un viejo carro, y chocaría contra un camión del aseo que estaría mal estacionando. Y no eran necesarios más señuelos. Había una cuarta ruta en sentido contrario a las otras tres, que era por donde vivía el novio, pero que ella nunca tomaba por lo pronunciado del camino; era más corta, pero su cacharrito nunca subiría. Se despedía de sus progenitores, en sentido literal, cuando repicó el cantv, era su novio; le dijo a ella que a partir de hoy el viejo y cuidado mustang amarillo y descapotable de su padre sería suyo y que la pasaría recogiendo para después de las clases celebrar en un motel. En minutos llegó, saludó a los suegro, y partieron por la misma ruta porque este carro sí podía subir las cuestas sin problemas. Iban muy contentos; en el único semáforo de la vía se pararon a pesar de que por la hora no había más vehículos. A su lado se detuvo una moto. De repente el acompañante del motorizado sacó una pistola y le pidió que saliera del carro y que lo dejara prendido; el novio no reaccionaba, la muchacha simplemente gritó ¡No se lo pueden llevar! El disparo salió sin advertencias, los de la moto huyeron; el joven trató de hacer algo por su novia, pero ya era tarde. ¡Coño!, por qué lo hiciste, por qué lo hiciste, preguntó el malandro que conducía la moto; No sé, fue la repuesta asustada del compinche, teníamos un asunto entre hombres, y cuando ella habló me pareció que estaba fuera de lugar, que no debía estar ahí; además, concluyó, tú sabes que estas fucas son muy celosas.
Marcial Fonseca
martes, 1 de noviembre de 2005
Secuestro express
El Mundo - 1/11/2005
El comisario Seamol (se pronuncia simol) repasaba todos lo elementos del caso con sus asistentes. La señora salió de su casa, como de costumbre los jueves en la mañana, a un salón de belleza del centro comercial de la urbanización donde vivía; posiblemente ahí fue abordada por los delincuentes. Según había explicado el marido, su esposa lo llamó como a la diez de la mañana, ella apenas pronunció un mi amor muy asustada; una voz atropelladora le aclaró la situación, Tenemos a su mujer; así que si la quiere viva, traiga 6 millones y no avise a la policía; preguntó cómo lo entregaría, Oiga bien, esté a las 12 y 30 en la fuente que está entre la Plaza Amador Bendayán y la mezquita. Él hizo lo que le ordenaron, llevó una bolsa con el dinero y luego regresó a su casa a esperar el regreso de su mujer; a las cinco decidió llamar a las autoridades, a pesar de las advertencias de que no lo hiciera. El comisario le había dicho que en ese tipo de delito, los autores no se complicaban la vida, lo de ellos era conseguir dinero fácil y rápidamente. Por eso, cuando uno de sus asistentes le comunicó que habían conseguido el carro en un barranco por El Junquito con la señora muerta dentro, se sintió muy mal. Llamó aparte al esposo y le dio la mala noticia; el marido se puso ambas manos en la cabeza y pidió verla, Seamol se ofreció para llevarlo a la morgue; cuando el viudo la vio, empezó a hipar, se dirigió a ella y la besó en la frente. El comisario ya había ordenado lo de rigor, que se chequeara todo, la hora de la llamada, posibles testigos en el centro comercial o en el sitio de entrega; averiguar si había por casualidad alguna cámara de video en la Mezquita; cuándo sacó el dinero; el entorno de ella y el de él. Bueno, concluía Seamol, como el carro fue conseguido por El Junquito pongan a los informantes de por esa zona a trabajar; el dinero fácil, fácil se va; que nos avisen de alguien gastando más plata de lo normal, en lo que sea, terminales, caballos, etc., además, apuren el informe forense y la experticia del carro. Nos vemos al final de la tarde. Hacían otro resumen. Ya sabían que era un matrimonio normal; no tenían amantes; no consiguieron testigos ni a nadie gastando desaforadamente; el dinero fue retirado en dos partes; el comisario preguntó si de dos bancos, No, fue la respuesta, primero cuatro millones a la once de la mañana, el resto a la 1 y 50 de la tarde. Seamol se quedó pensativo, empezó a caminar en círculo y luego exclamó ¡Tráiganme a ese carajo! El marido estaba asustado, Seamol fue directo, Déjeme decirle que usted convirtió un secuestro express en un asesinato por encargo; usted llevó lo que retiró del banco a las once de la mañana, ellos le habrían pedido quizás unos tres millones; usted le ofreció cuatro pero para que ella no regresara viva; el delincuente aceptó pero con la condición de que fueran seis millones, por eso usted tuvo que hacer otro retiro antes de las dos de la tarde. El esposo no salía de su estupor. Una semana después, uno de los secuestradores fue detenido cuando regateaba la compra de una moto usada, quería transarse en 2 millones. Luego de intenso interrogatorios, confesó; y explicó que seis millones eran más fácil de dividir entre tres que cuatro.
Marcial Fonseca
El comisario Seamol (se pronuncia simol) repasaba todos lo elementos del caso con sus asistentes. La señora salió de su casa, como de costumbre los jueves en la mañana, a un salón de belleza del centro comercial de la urbanización donde vivía; posiblemente ahí fue abordada por los delincuentes. Según había explicado el marido, su esposa lo llamó como a la diez de la mañana, ella apenas pronunció un mi amor muy asustada; una voz atropelladora le aclaró la situación, Tenemos a su mujer; así que si la quiere viva, traiga 6 millones y no avise a la policía; preguntó cómo lo entregaría, Oiga bien, esté a las 12 y 30 en la fuente que está entre la Plaza Amador Bendayán y la mezquita. Él hizo lo que le ordenaron, llevó una bolsa con el dinero y luego regresó a su casa a esperar el regreso de su mujer; a las cinco decidió llamar a las autoridades, a pesar de las advertencias de que no lo hiciera. El comisario le había dicho que en ese tipo de delito, los autores no se complicaban la vida, lo de ellos era conseguir dinero fácil y rápidamente. Por eso, cuando uno de sus asistentes le comunicó que habían conseguido el carro en un barranco por El Junquito con la señora muerta dentro, se sintió muy mal. Llamó aparte al esposo y le dio la mala noticia; el marido se puso ambas manos en la cabeza y pidió verla, Seamol se ofreció para llevarlo a la morgue; cuando el viudo la vio, empezó a hipar, se dirigió a ella y la besó en la frente. El comisario ya había ordenado lo de rigor, que se chequeara todo, la hora de la llamada, posibles testigos en el centro comercial o en el sitio de entrega; averiguar si había por casualidad alguna cámara de video en la Mezquita; cuándo sacó el dinero; el entorno de ella y el de él. Bueno, concluía Seamol, como el carro fue conseguido por El Junquito pongan a los informantes de por esa zona a trabajar; el dinero fácil, fácil se va; que nos avisen de alguien gastando más plata de lo normal, en lo que sea, terminales, caballos, etc., además, apuren el informe forense y la experticia del carro. Nos vemos al final de la tarde. Hacían otro resumen. Ya sabían que era un matrimonio normal; no tenían amantes; no consiguieron testigos ni a nadie gastando desaforadamente; el dinero fue retirado en dos partes; el comisario preguntó si de dos bancos, No, fue la respuesta, primero cuatro millones a la once de la mañana, el resto a la 1 y 50 de la tarde. Seamol se quedó pensativo, empezó a caminar en círculo y luego exclamó ¡Tráiganme a ese carajo! El marido estaba asustado, Seamol fue directo, Déjeme decirle que usted convirtió un secuestro express en un asesinato por encargo; usted llevó lo que retiró del banco a las once de la mañana, ellos le habrían pedido quizás unos tres millones; usted le ofreció cuatro pero para que ella no regresara viva; el delincuente aceptó pero con la condición de que fueran seis millones, por eso usted tuvo que hacer otro retiro antes de las dos de la tarde. El esposo no salía de su estupor. Una semana después, uno de los secuestradores fue detenido cuando regateaba la compra de una moto usada, quería transarse en 2 millones. Luego de intenso interrogatorios, confesó; y explicó que seis millones eran más fácil de dividir entre tres que cuatro.
Marcial Fonseca
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