El Nacional - 8/4/1999
Ya que estamos en abril, mes aniversario de la muerte de Cervantes y mes del idioma, se quiere compartir una curiosidad del lenguaje. En español, la sílaba ue, como inicio de palabra, exige siempre una h; pero las palabras derivadas, que convierten la ue en o, la eliminan: hueso, óseo; hueco, oquedad; huevo, óvalo; huésped, ¿hospedar?; oler, huelo La razón es simple: hará unos cinco siglos, la v (uve) tenía dos funciones, una consonántica (vaso, vino); y otra vocálica (vsted); por lo que la combinación, ve, hoy ue o ve, se prestaba a confusión y por ello fue decidido, quizás por los monjes copistas, que la función vocálica se indicara con una h; de ahí hveso para no leer veso. Los derivados no necesitaban la hache; por lo que puede corroborar en el excelente libro del profesor de la ULA, E. Obediente, Biografía de una lengua, o en la Gramática de la Lengua Castellana de Antonio de Nebrija. Huésped y hospedar arrastran la h del latín, aunque la primera la exigiría para que no se leyera vesped. A ciertas desinencias de oler se les colocó la hache para que hvelo, por ejemplo, no fuese velo.
Marcial Fonseca